Cañas y Barro: 104

21/10/2009 1.038 Palabras

none Pág. 104 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Y aproximándose al oído de Tonet, le despertaba, hablando con voz misteriosa de la próxima realización de sus esperanzas. Los buenos tiempos se acercaban. «Él» estaba ya en el mundo. Lo había visto, como veía ahora a Tonet, y le había tocado a él, pobre pecador, con su mano de una divina frialdad. Y por décima vez relataba su encuentro misterioso en la orilla de la Albufera. Volvía del Saler con un paquete de cartuchos para Tonet, y en el camino que bordea el lago había sentido una profunda emoción, como si se aproximase algo que paralizaba sus fuerzas. Las piernas se le doblaron y cayó al suelo, deseando dormir, anularse, no despertar más. -Era que estaves borracho -decía Tonet al llegar a este punto. Pero Sangonera protestaba. No, no estaba ebrio. Aquel día bebió poco. La prueba era que permaneció despierto a pesar de que el cuerpo se negaba a obedecerle. Terminaba la tarde; la Albufera...

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