La catedral : 8
La catedral : 8 de Vicente Blasco Ibáñez En la mañana del Corpus, la primera persona que vio Gabriel al salir al claustro fue don Antolín, que repasaba sus talonarios, alineándolos sobre el borde de piedra de la balaustrada. —Hoy es un gran día—dijo Luna queriendo halagar al Vara de plata—. Se prepara el gran ingreso: vendrán forasteros. Don Antolín miró a Gabriel fijamente, como dudando de su sinceridad. Pero vio que no se burlaba, y contestó con cierta satisfacción: —No se prepara mal la fiesta. Son muchos los que desean ver nuestros tesoros. ¡Ay, hijo! ¡Bien lo necesitamos! Tú, que te alegras de nuestro mal, puedes estar satisfecho. Vivimos en horrible estrechez. Nuestra fiesta del Corpus vale poco, comparada con la de otros tiempos, y sin embargo, ¡cuántas economías hay que hacer en la Obrería para pagar los cuatro ochavos que cueste este extraordinario! Quedóse...
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